Que el mundo ha cambiado, y así lo ha hecho nuestro país, no es noticia para nadie. Todos estos cambios han traído consigo nuevas dificultades o posibilidades según desde dónde se mire. Con la globalización, han surgido temáticas que pareciendo obvias no lo fueron históricamente. Por ejemplo, la inclusión; la cuestión medioambiental; el sistema económico mundial que ha generado un enorme impacto, en algunos aspectos de manera positiva y en otros no, generando mayor pobreza y/o desigualdad en los pueblos, etc. Los temas son muchos, ya organizados además como desafíos mundiales en los ODS 2030, y nos convocan a generar un nuevo orden social, de mayor justicia, igualdad de condiciones, bienestar, etc.
En este escenario aparece la innovación social, una forma distinta de hacer frente a estas realidades. Pero me pregunto, ¿por qué aún está concebida como algo para algunos pocos? ¿”Locos lindos que no se ajustan a la sociedad”? ¿”Qué algún día deberán meterse al sistema porque si no morirán de hambre”? Frases que hemos asumido como verdades, que nos impulsan a formar parte del status quo, como si no hubiese una forma distinta de ser/hacer sociedad. Por el contrario, la innovación social implica una lógica en la que el aporte de los profesionales, actuales y futuros, es el de asumir la Responsabilidad Social que cae sobre su ejercicio profesional. Esto implica ser fiel a la vocación, poner al Ser Humano y su bienestar antes del bienestar propio o de las propias ambiciones, desarrollar una mirada del quehacer haciendo primar el bien común, y priorizar una mirada colectiva v/s individualista. Implica hacer cosas nuevas y distintas, atreverse a probar nuevas alternativas o al menos, esmerarse en corregir aquellas brechas que requieren transformaciones. Supone, por sobre todo, cambiar el paradigma de que para SER hay que TENER y contempla, por último, la lógica evolucionista: no sobrevive el más fuerte sino el que es capaz de adaptarse a los cambios del medio. Desde esta perspectiva, surgen muchas soluciones tales como diversas iniciativas para la inclusión de personas ciegas, personas sordas, diversidad sexual, entre tantas otras; empresas B en distintos rubros que buscan generar un triple impacto; el turismo sustentable; la participación ciudadana, etc. En YouthActionNet podemos encontrar una variedad de alternativas a nivel global y, en Chile, soluciones a nuestras problemáticas locales.
Siendo entonces un cambio paradigmático, no podemos esperar a que dependa de la buena voluntad de las personas o de “personas soñadoras”. Debemos incorporarlo como parte esencial de la formación de los nuevos profesionales y técnicos del país para asegurar la transformación que buscamos. Es clave el rol que la educación superior tiene en la formación responsable de sus estudiantes. Es en este espacio formativo (y no así, sólo instruccional) en el que los jóvenes desarrollan o potencian la mirada de mundo con la que avanzarán hacia el futuro. Es necesario instalar la capacidad de cuestionarse la realidad y hacerle frente con nuevas alternativas, despertar la inquietud por lo que nos rodea, y transferir competencias y habilidades para generar la transformación que buscamos. No podemos seguir formando profesionales y técnicos que solamente repliquen “la receta” en el ejercicio profesional.
Publicado en Octubre de 2017 en el libro recopilatorio de ganadores 2017 de YouthActionNet Chile.