Vivir el presente: una necesidad para una mejor Salud Mental

Pasamos tanto tiempo en la vida creyendo erróneamente que “todo pasado fue mejor” o que “lo mejor está por venir”, que tendemos a vivir en tiempos cronológicos que no existen y que lo único que hace es que no vivamos en el aquí y el ahora: en el único tiempo real que existe.

Intenta por un momento detenerte. Mírate. Cómo estás sentado/a (o parado/a si ese es tu caso). Siente tu cuerpo, tu temperatura, tu respiración. Observa si tienes alguna parte de tu cuerpo tensa y acomódate o estírate para aliviarla. Siente la temperatura a tu alrededor, los sonidos, en fin…todo lo que te rodea.

Observa cómo te sientes.

¿Te puedes imaginar si pudieras estar en ese estado todo el tiempo? Atento/a. Consciente. De ti y del mundo que te circunda.

Un elemento que enturbia este estado es la excesiva velocidad que ponemos en nuestra vida. Como si andar corriendo nos llevara efectivamente a alcanzar las metas propuestas. Otro elemento son nuestros, a veces traidores, pensamientos. Pasamos demasiado tiempo en ese mundo de ideas, planificaciones, proyectos, ansiedades, preocupaciones, etc. ¡Atención! Tus pensamientos no son todo. La vida es eso que ocurre principalmente fuera de tu cabeza y, escondido/a en ese lugar, ni te imaginas cuántas cosas te estás perdiendo.

Haz el ejercicio. Al estar con tus amigos, disfruta del momento del encuentro, de las conversaciones, las risas, sin estar conectado a las redes sociales. Las relaciones más poderosas, son las que tienes al frente. En pareja, disfruta de mirarse a los ojos, de acariciarse, de estar en silencio y contemplarse y no solamente de compartir el exceso de tareas domésticas que todos tenemos al llegar a casa luego del trabajo.

Cuando comas, no lo hagas frente al televisor ni al computador. Prepárate un lindo y sabroso plato. Estas delicadezas, no son sólo para las visitas. Come y disfruta cada bocado.

Cuando camines por la calle o por un parque, observa a tu alrededor. Observa las hojas de los árboles, los pájaros, los autos que pasan, las demás personas que pasan a tu lado casi como si no existieran. A estas alturas, ya es demasiada la mala costumbre de caminar en automático, con los ojos pegados a una pantalla. De pronto llegas a tus destinos y ni siquiera sabes cómo llegaste ahí. ¿Te ha pasado? Entonces, es tiempo de tomar esto en consideración para mejorar tu calidad de vida.

Cuando estés con otras personas, escúchalas. No pienses en lo que vas a responder antes de que la otra persona termine. Guarda silencio y realmente escucha. Te aseguro que encontrarás un mensaje mucho más importante y además harás sentir valiosa a la otra persona.

Vive conscientemente tus tristezas y dolores. Son parte de tu vida. No dejes que te agobien. Obsérvalos. Sin enjuiciar. Seguramente te permitirá soltarlo más rápido y sentirte más feliz.

¡Dirige tu concentración a una cosa a la vez! De lo contrario, la realidad es que no estás prestando atención a ninguna de ellas y te estás agotando innecesariamente. Tendrás, además, mejores resultados y podrás recordar con más detalles lo que haces cada día.

Suena fácil. La verdad es que no lo es. Estamos criados y formados para correr y rendir. Esa es nuestra sociedad. Pero nuestra naturaleza propiamente humana está hecha para el disfrute de cada momento. Piensa en tus sentidos. ¡Fíjate, cuánto mundo podemos experimentar si tan sólo aprendiéramos a ser más conscientes del presente! La buena noticia es que todo se puede aprender. Sólo necesitas unas cucharadas de decisión, una pizca de voluntad y disciplina a gusto (aunque recomiendo generosidad con este ingrediente) y ¡voilá!

Publicado el 31/03/2015 en http://www.cetep.cl/web/?p=7778

La Salud Mental y el Bienestar: una invitación para la felicidad

Hoy mucho se habla de Salud Mental. Poco a poco, comienza a ser un tema de interés, sin embargo aún no hemos dado el paso que nos lleve a incorporarlo como algo esencial en nuestras vidas. Incluso, a veces, ni siquiera sabemos lo que esto significa.

¿Cuántos de nosotros hemos escuchado alguna vez (o de hecho lo hemos dicho) que “el psicólogo es para los locos”? O “en mis tiempos le poníamos el hombro a los problemas no más y salimos adelante”.

Y yo, como psicóloga, me pregunto siempre, ¿y a costa de qué? ¿Cómo es que no vemos las consecuencias?

Vivimos en un mundo extremadamente exigente y rápido. Nos hemos visto absorbidos por la vorágine de la producción. Las comunicaciones nos embisten todo el día y construyen una imagen de mundo que, tarde o temprano, nos damos cuenta que no es lo que buscamos.

Pues entonces es tiempo de detenernos. Comienza marzo y volvemos a nuestras rutinas (independientemente si tuvimos o no vacaciones, todo miramos mal este pobre mes que ni culpa tiene de estar donde está en el calendario). Seguramente, la gran mayoría con una extraña sensación de nostalgia del verano que ya se acaba y del temido comienzo: “aquí vamos otra vez” (léase con tono de desgano).

Te invito entonces a detenerte un momento, a mirarte, a observar que nuestra vida tiene demasiadas aristas que convergen y que no siempre vemos como elementos unidos y que debemos ocuparnos de todos ellos.

Tenemos un cuerpo, y ¿quién no se preocupa cuando éste enferma? O mejor aún, maravillosamente, hoy se da una poderosa corriente de autocuidado del cuerpo y de vida sana. Hemos comenzado a entender la importancia de la alimentación saludable y el ejercicio, no como castigo ni coerción, sino como una condición necesaria para existir. Pero además del cuerpo, también tenemos aquello que es intangible y que nos hace ser quiénes somos. Aquello que trasciende una vez que el cuerpo acaba: nuestra alma o mente (psiquis viene de psyché, palabra griega que se traduce como mente o alma indistintamente. Al usar ambos conceptos quiero mostrar que la psiquis no es sólo la mente que asociamos habitualmente al pensamiento, sino que es mucho más amplio y complejo, e incorpora también los afectos, las conductas y las relaciones interpersonales).

La Salud Mental, como decía en un comienzo, ha estado históricamente asociada a la enfermedad (y si, efectivamente a la locura. Tampoco es que la visión esté tan distante, sólo que está algo desactualizada). Sin embargo, la Salud Mental, tal como la establece la Organización Mundial de la Salud, se define como “… un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.”

En otras palabras, esta definición alude a que la Salud Mental no es sólo la ausencia de enfermedad, sino que la presencia de bienestar.

De este modo, el estado de bienestar es aquello que nos hace sentir plenos, independientemente de si tenemos problemas o no (nadie tiene una vida de panacea, aunque así lo parezca en algunos casos). Y esto no sólo en la vida personal, sino también en la familiar, amistades, trabajo, vida espiritual (no necesariamente religiosa) ¡y hasta en los trámites! Nuestro bienestar personal está atravesado por lo social y lo cultural, por lo tanto, elementos como el medio ambiente, la seguridad, nuestros hogares físicos, la sexualidad, la política, etc., son elementos que sin duda pueden afectar nuestro bienestar.

En este sentido, la Salud Mental es algo que atraviesa todas las aristas de nuestra vida, y es la que nos conduce a vivirla de modo que nos haga feliz. ¿No es acaso lo que todos queremos?

Así entonces, cuidar la Salud Mental, no tiene que ver con evitar problemas, o con protegerse de depresiones y estrés (si hay que hacerlo, pero no es lo único), sino con potenciar aquellos elementos que hacen que nos sintamos bien, con nosotros mismos y con el mundo. Aquello que nos entrega una sensación de paz interior, que nos hace sentir equilibrados, es decir, que experimentemos bienestar.

Existen distintos canales para hacerlo. Algunos, a través del deporte. Otros, a través del arte, paseos al aire libre, juntas con amigos; otros yendo a terapia, a iglesias; el trabajo también es un hermoso canal para hacerlo. La protección de la Salud Mental y por tanto del bienestar, pasa por lograr ese equilibrio entre los distintos elementos de nuestra vida. Por encontrar un sentido en cada una de nuestras acciones, en vivir siempre en el presente (el pasado y el futuro son construcciones mentales y sociales), en el aquí y el ahora; en relacionarnos desde la sencillez, la gratitud y el respeto con los otros.

Todos queremos ser felices, ¿por qué no empezar a hacerlo?

Publicado el 27/02/2015 en http://www.cetep.cl/web/?p=7536

3 pasos sencillos para cuidar nuestro cuerpo en el trabajo

Ya hemos comenzado el segundo semestre de este año y les aseguro que más de alguno de ustedes estará soñando con el tiempo en que estudiaba y gozaba de las tan maravillosas “vacaciones de invierno”, que permitían hacer un alto y reponer fuerzas para la “segunda patita” del año.

Y es que ya no contamos con ese maravilloso privilegio y aún así es necesario que encontremos medidas para cuidarnos y seguir dando nuestro mejor esfuerzo, sin dañar nuestra salud.

Más de algún lector sentirá malestar físico o habrá conversado de ello con otras personas. Ya llega a ser un mal chiste la conversación acerca de cuántos medicamentos toma cada uno. ¿Le suena familiar? Se habrá dado cuenta de que más de alguno habrá mencionado los dolores de espalda, de cuello, desagradables dolores de cabeza o migrañas; por qué no mencionar también el famoso ¡¡colon irritable!! E incluso la molesta tendinitis en las muñecas de tanto estar en el computador, entre otras tantas molestias y enfermedades.

Si te sentiste identificado, presta atención: para ser feliz en tu trabajo (y en tu vida), no debes olvidar a aquel que efectivamente hace el trabajo. Me refiero a tu cuerpo. Es tu obligación cuidarlo.

Hay maneras simples y obvias de hacerlo, pero el estilo de vida actual, nos ha hecho olvidarlo.

1.- Aliméntese bien.

No le diré que elimine la comida chatarra y las bebidas, porque sería iluso de mi parte. Pero sí le invitaré a reducir su consumo. Lo mismo con el café. Incorpore frutas y verduras a su dieta; no se salte las comidas; deténgase a almorzar (comer frente al computador, es hacer trampa).

2.- Estire el cuerpo y la mente.

Deténgase cada cierto rato, tómese unos minutos y estire su cuerpo, con suavidad pero con firmeza. Dará flexibilidad a sus huesos y músculos (y también a su mente); mejorará la circulación, lo que le permitirá pensar con más claridad y lo más probable, es que sentirá menos cansancio y pesadumbre corporal. Si tiene la posibilidad de tener una reunión caminando, no dude en hacerlo. Aumentará su bienestar, estará más saludable y de seguro tendrá ideas más creativas. Además, siempre es bueno aprovechar la luz solar. Nuestro cerebro la necesita para estar bien activo.

3. Respete los horarios.

Nuestro cuerpo funciona en base a ciclos con distintas frecuencias que permiten que el sistema funcione adecuadamente. Así, durante el día por ejemplo, sentirá cada 1.5 a 2 horas, deseos de orinar. ¡Hágalo! Es un aviso del cuerpo de que necesita eliminar algunos tóxicos.

Los ciclos también se rigen por el día y la noche. Esto tiene un efecto a nivel cerebral, de modo que el cuerpo tenga el tiempo suficiente para reponer energías y el cerebro lo tenga para ordenar y archivar la información recogida durante el día.

A veces las personas creen que por trabajar más horas (de manera frecuente) producirán más. Pues está comprobado que esto no es cierto. Así que respete los ciclos naturales del cuerpo. Son más sabios que nuestros relojes.

Respete sus tiempos. Será más sano y más eficiente. Y sí…disfrutará mucho más de lo que hace.

Como ve, son cuestiones muy simples de hacer. Lo difícil es convertirlo en hábito. Inténtelo durante mínimo 21 días, que es el tiempo que normalmente toma cambiar nuestros hábitos.

Si le resulta útil, anote en una hoja los hábitos que irá modificando y vaya registrando su avance. Al finalizar, escriba cómo este esfuerzo lo ha hecho sentir mejor. Manténgalo presente y no vuelva atrás.

¡Éxito!

Publicado el 24 de Julio de 2014 en http://asexma.cl/tres-pasos-sencillos-para-cuidar-nuestro-cuerpo-en-el-trabajo/